La lactancia es amor, piel, mirada y conexión… pero también puede ser cansancio, lágrimas, soledad y dudas. No importa cuántos libros leas, cuántos consejos recibas o las charlas a las que vayas: hay cosas que solo entiendes cuando tu bebé está en tus brazos y, de pronto, descubres que amamantar no siempre es tan sencillo como te lo pintaron. Quiero hablarte de esos momentos que nadie te cuenta con detalle. No para asustarte, sino para que sepas que si estás atravesando alguno, no estás sola.
1. El dolor que no esperabas
Te imaginaste amamantando en paz y fluidamente… y ahora sientes un ardor que te hace apretar los dientes. Los pezones se agrietan, el enganche duele, y cada toma parece una prueba de resistencia. Lo que nadie te dijo es que muchas veces el dolor tiene solución: un agarre más profundo, una postura diferente, un diagnóstico a tiempo de frenillo o un ajuste en el extractor pueden marcar la diferencia. Si duele, busca ayuda. No es normal sufrir para alimentar a tu bebé. Y ¡no! La saliva no te sanará las grietas ni mejorará el dolor.
2. El miedo de “no tener suficiente»
Te miras al espejo y te preguntas: ¿Y si mi leche no alcanza? Ves a tu bebé inquieto, pidiendo más seguido, y tu mente corre hacia lo peor “¡NO TENGO LECHE!”. La realidad es que muchas veces esa sensación es engañosa: tu cuerpo sabe producir lo que tu bebé necesita, siempre que haya estímulo habrá leche. A menos que haya alguna condición como mamas tubulares, síndrome de ovarios poliquísticos, hiper o hipotiroidismo, entre otros. Confía en el diseño perfecto de tu cuerpo. La mayoría de las veces, sí es suficiente.

3. Las crisis que te hacen dudar
Justo cuando creías que todo estaba bajo control, tu bebé empieza a pedir pecho a cada rato. Parece que no se sacia, y tú sientes que todo tu día es mamar y mamar. No es que no tengas leche: es que tu bebé está creciendo, y tu cuerpo se está adaptando. Los brotes de crecimiento se dan a los quince días, seis semanas y tres meses. Se pueden adelantar y retrasar y hasta juntar uno con otro. Esta etapa pasa… y lo que queda es un pecho más sabio y un bebé más fuerte.
4. Las voces que intentan decidir por ti
“Tu leche ya no alimenta.” “Ese niño está muy grande para mamar.” “¿Otra vez en el pecho?” A veces las palabras duelen más que las grietas. La presión social puede cansarte más que las noches sin dormir. Es importante que te rodees de personas que respeten tu decisión de amamantar y que te motiven, por esto es importante amamantar en tribu; de esta manera tendrá.
“La lactancia empieza en el cerebro no en las tetas; un cerebro vacío te hará pensar que tus
tetas también están vacías”.
Amamantar no es solo dar alimento, es dar consuelo, seguridad y amor líquido. Habrá días fáciles y otros que parezcan montañas. Pero cada gota cuenta una historia de entrega y valentía. Si estás en medio de un reto, respira: no tienes que superarlo sola. Busca apoyo, infórmate, y recuerda que este camino, con todo y sus curvas, es un regalo que quedará en la memoria de tu bebé para siempre.

Willeidy Abreu De López / Madre Sin Mitos
Consultora internacional en lactancia materna certificada
IBCLC L-313827
Instagram: @madresinmitosrd
Los comentarios están cerrados.